¿Es necesario poner límites? La respuesta es sí, pero no de forma aislada. Para que tengan una lógica deben formar parte de un proceso más amplio que implica dedicación y paciencia. Solo el amor da sentido a dedicar tiempo a educar. Esta tarea implica estar con los hijos, corregir sus conductas, pero también escucharlos sin cesar en el empeño, aunque a veces sea ingrato. Lo serio es lo que se hace con continuidad, un día tras otro, lo sucesivo.
Hoy día es frecuente encontrar a padres y madres con dudas a la hora de ocupar esa posición por miedo a perder el cariño de sus hijos, así como por el cansancio de la vida diaria con sus prisas y ocupaciones. Se recurre a la tablet, al móvil, a las pantallas-niñeras para que estén tranquilos y no molesten. No se considera prioritario este esfuerzo diario. No está en el ambiente esta necesidad, tal vez por la falta de lugar que tienen los cuidados en nuestra sociedad. Sin embargo, es frecuente escuchar que poner límites es necesario. Y es así, pues es importante para frenar conductas peligrosas, facilitar la concordia familiar y la integración escolar y social tanto en el presente como en el futuro.
No se trata de ejercer una autoridad despótica, tal y como la había en tiempos no tan lejanos, sino de favorecer en el niño la seguridad de poder conseguir alcanzar lo que se le pide porque sus padres confían en ellos. En este contexto...
¿Qué son los límites?
Podríamos definirlos como una señal de stop, una barrera a conductas peligrosas para sí mismos y para otros, así como comportamientos dirigidos por un conjunto de reglas o normas reguladoras de la convivencia social.
¿Cuál es su función?
Evitar el daño físico hacia uno mismo y hacia otros.
Adquirir conductas adaptadas a los diferentes ambientes.
Favorecer la adquisición de hábitos y autonomía.
Su desarrollo depende y a la vez potencia funciones cognitivas como la atención, el control de impulsos, la memoria de trabajo, o la capacidad de espera a la recompensa, todas ellas muy importantes para elecciones futuras, así como el dominio de la voluntad, algo de lo que se habla poco pero que queremos señalar pues su falta o debilidad arruina a menudo las expectativas.
¿Cómo llevar a cabo esta educación con límites?
Primero, como padres, recordando esta función fundamental y superando el miedo a equivocarse. Cometer errores es normal, hay que asumirlo. La actitud pasiva supone dejar a su suerte a los hijos cuando carecen de capacidad para tomar decisiones que, además, no les corresponden.
Priorizar las normas y límites a cumplir en función de la edad, del lugar y de la situación. Evitar enviar mensajes contradictorios y quitarse la autoridad entre los padres. Mejor hablar cuando no estén delante y llegar a acuerdos, aunque sean mínimos.
Adaptar normas y límites en función de su edad, ajustándolas a las particularidades de cada caso.
Transmitir mensajes claros y precisos teniendo en cuenta lo siguiente: - Acercarse y captar su atención para que escuchen lo que se les dice. - Asegurarse que han comprendido adecuadamente el mensaje, respondiendo a sus preguntas y dando alternativas, cuando sea posible, para facilitar el cumplimiento de lo demandado. Comprender los motivos de lo que se les pide facilita su colaboración....................................................................................................... - No extenderse en dar explicaciones cuando se percibe que es un reto o una forma de dejar pasar el tiempo. En estos casos mejor mantenerse firmes, sin entrar en el juego imaginario de quien puede más, y establecer consecuencias en caso de no cumplir con lo pedido. Por ejemplo, si no se lava las manos no puede sentarse a comer; si no deja de jugar el rato de más se resta del tiempo de juego el día siguiente. _________________________________________________________________ - Es importante cumplir lo dicho, ya que las palabras sin una acción que las respalde pierden su valor.
Estar pendientes de su cumplimiento y reforzar positivamente, mejor con palabras de aliento que con premios o regalos materiales.
Favorecer hábitos de la vida diaria y actividades de autonomía. El establecimiento de hábitos supone una integración de las normas y límites. Para saber más sobre el desarrollo de la autonomía en niños y adolescentes pincha aquí.
¿Cuáles son las dificultades como padres?
Requiere tiempo del que no siempre se dispone.
Precisa superar el cansancio e incomodidad ante los inevitables conflictos, negativas y enfados.
Implica hacer frente al miedo a frustrarlos, a perder su cariño, a ser considerados autoritarios.
Ante estos inconvenientes ayuda recordar por qué hay que hacerlo y no dudar en actuar para evitar niños consentidos y tiranos, ellos mismos víctimas de su propia intolerancia e incapacidad de control. En la adolescencia se recrudecen los conflictos derivados de una educación excesivamente permisiva y entonces, cuando no se ha hecho un recorrido previo, es más complicado actuar.
Educar en los límites es educar desde el amor.
Referencias bibliográficas:
Ruiz, M. Los límites de la educación (1999). Grupo Unison ediciones, Madrid.
Urra, J. El pequeño dictador (2016). La esfera de los libros, Madrid.
Recurso web: https://www.familiaysalud.es/podemos-prevenir/eventos-del-desarrollo/consejo-anticipado/la-edad-de-los-limites
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