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EL LÓBULO FRONTAL

El lóbulo frontal es el área cortical de mayor amplitud, ya que ocupa aproximadamente un tercio de la corteza cerebral. A nivel estructural es necesario señalar, que los lóbulos frontales están separados del resto de áreas corticales gracias a dos surcos principales: el surco central, el cual divide los lóbulos frontales de los lóbulos parietales y, el surco lateral, que divide los lóbulos frontales de los lóbulos temporales. Por su parte, el lóbulo frontal, en lo que respecta a su cara superior, cuenta con cuatro subdivisiones principales delimitadas por diferentes circunvoluciones: giro precentral, giro frontal superior, giro frontal medio y giro frontal inferior. En su cara inferior, encontramos principalmente dos subdivisiones gracias al giro recto y los giros orbitarios. (Véase Figura 1).


Figura 1. Divisiones del Lóbulo Frontal

A nivel funcional, el lóbulo frontal es considerado “corteza activa”, ya que gracias a él podemos llevar a cabo movimientos y acciones voluntarias (ya sean movimientos físicos y/o expresiones verbales y emocionales), así como regular nuestra conducta. Atendiendo a su funcionalidad, podemos distinguir las siguientes áreas: 


  • Área precentral: Es el área del movimiento. Los diferentes movimientos producidos por esta estructura están comúnmente representados a través del homúnculo motor (véase Figura 2). Dicha estructura se subdivide al mismo tiempo en diferentes regiones: 

  • Región Posterior o Área Motora Primaria: Su función consiste en realizar los movimientos individuales de las diferentes partes del cuerpo. No es la encargada del diseño del patrón del movimiento, sino es que es la estación final para la conversión de ese diseño en la ejecución del movimiento. 

  • Región Anterior o Área Premotora/Área Motora Secundaria: Esta área tiene como objetivo almacenar los programas de actividad motora gracias a experiencias pasadas. Además, participa en el control de los movimientos posturales gruesos gracias a sus conexiones con los ganglios basales. 



Figura 2. Homúnculo Motor de la Circunvolución Precentral

  • Campo Ocular Frontal: La función de esta área consiste en controlar los movimientos oculares voluntarios de seguimiento y es independiente de los estímulos visuales. 


  • Área Motora del Lenguaje de Broca: Esta área, localizada en la circunvolución frontal inferior, participa en la formación de palabras gracias a sus conexiones con las áreas motoras primarias adyacentes. Suele estar situada en el hemisferio izquierdo o dominante. En aquellos casos en los que el hemisferio derecho es el dominante, el área del lado derecho es la que contiene esta área. Un daño en ésta área produce lo que es conocido como Afasia de Broca, es decir, dificultades para la producción correcta del lenguaje fluido. 


  • Corteza Prefrontal: Se trata de un área extensa, situada delante del área precentral. Se hace referencia a ella como Corteza de Asociación Frontal. Gracias a un importante número de vías aferentes y eferentes, la corteza prefrontal conecta con otras áreas de la corteza cerebral, el tálamo, el hipotálamo y el cuerpo estriado. La corteza prefrontal está además, subdividida en dos áreas que trabajan de forma coordinada: la corteza prefrontal dorsolateral y la corteza orbitofrontal. Por su parte, la corteza prefrontal dorsolateral llevaría a cabo las funciones cerebrales superiores o lo que es también conocido como funcionamiento ejecutivo: atención y velocidad de procesamiento, memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva, control inhibitorio, planificación, toma de decisiones y solución de problemas.  Por otra parte, la corteza orbitofrontal, estaría encargada de las funciones relacionadas con la cognición social y la regulación emocional, influyendo en la iniciativa y el juicio del sujeto. La corteza prefrontal, es en definitiva, el área que participa en la elaboración de la personalidad, de ahí su vital importancia. 


Corteza Prefrontal y Funcionamiento Ejecutivo Durante los Primeros Años de Vida

 

Aunque históricamente se ha considerado que los niños y niñas menores de seis años no podían controlar y coordinar conscientemente sus pensamientos, emociones y acciones, investigaciones recientes han demostrado que en edades tempranas pueden observarse conductas dependientes de las capacidades cognitivas que integran las funciones ejecutivas y el inicio de su desarrollo en el niño o niña.  Sin embargo, no es hasta la adolescencia y la segunda década de vida cuando se alcanza una capacidad ejecutiva como la que presenta el adulto.

 

De forma general, se diferencian dos fases en el desarrollo de las funciones ejecutivas. Gracias a la primera fase, que va de los 0 a los 3 años, emergen las capacidades básicas que más tarde permiten el control ejecutivo adecuado. En la segunda fase se produce el proceso de integración que coordina esas capacidades que ya habían emergido previamente.

 

Tres componentes clave de las funciones ejecutivas son: memoria de trabajo (capacidad de monitorización, manipulación y actualización de la información), inhibición (capacidad para inhibir de forma controlada la producción de una respuesta automática) y flexibilidad cognitiva (capacidad para cambiar de forma flexible entre distintas operaciones mentales). Pues bien, estos componentes tienen un desarrollo desigual. En la segunda mitad del primer año surgen formas simples de control inhibitorio. Por otra parte, alrededor del segundo año aumenta la capacidad para mantener y manipular la información recibida del entorno. Esto último, en coordinación con el desarrollo de la habilidad anterior, es lo que permite al niño o niña imponer cierto control cognitivo en su conducta. Es entre el tercer y el quinto año cuando se produce un desarrollo importante de las habilidades cognitivas que conforman el funcionamiento ejecutivo, permitiendo que el niño o niña pueda mantener, manipular y transformar la información que recibe con el objetivo de autorregular y adaptar su conducta a los cambios del entorno.


Referencias

 

García-Molina, A., Enseñat-Cantallops, A., Tirapu-Ustárroz, J. & Roig-Rovira, T. (2009). Maduración de la Corteza Prefrontal y Desarrollo de las Funciones Ejecutivas Durante los Primeros Cinco Años de Vida. Revista Neurología, 48 (8), 435-440.


Kolb, B., Whishaw, I.Q. (2014). Los Lóbulos Frontales. En Kolb, B., Whishaw, I.Q. (Ed.) Neuropsicología Humana, 5º Edición (pp. 391-491). Médica Panamericana.


Snell, R. S. (2010). Estructura y Localización Funcional de la Corteza Cerebral. En Snell, R. S. (Ed.) Neuroanatomía Clínica, 7ª Edición (pp. 284-303). Wolters Kluwer.

 

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