La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune neurodegenerativa que provoca una desmielinización en el sistema nervioso central. Generalmente se diagnostica en personas adultas jóvenes y de mediana edad, pero puede aparecer en la infancia y adolescencia. En este caso, ocurre antes de los 18 años y se utiliza el término EM pediátrica o de inicio pediátrico. A pesar de su baja frecuencia, representa entre el 3 y el 10% de todos los diagnósticos de EM y su incidencia anual se estima entre 0,05-2,85 por cada 100.000 niños.
Manifestaciones clínicas.
Por lo general, la inflamación es más pronunciada en la EM pediátrica y está caracterizada por tasas más altas de recaídas (nuevos brotes). Sin embargo, la recuperación del brote tiende a ser más rápida y a dejar menos secuelas. A menudo, tienen presentaciones de la EM polifocales, siendo las principales:
Síntomas físicos: hormigueo, entumecimiento, temblores, problemas de visión (por neuritis óptica) y equilibrio, etc.
Déficits cognitivos: velocidad de procesamiento de la información, atención, funciones ejecutivas (memoria de trabajo), aprendizaje (verbal y visual), coordinación motora fina, habilidades visoespaciales, lenguaje (comprensión compleja), cognición social, etc.
Síntomas psicofisiológicos y del estado de ánimo: fatiga, tristeza (síntomas depresivos), ansiedad, bajo autoconcepto, etc.
Tratamiento.
Aunque en la actualidad no hay un tratamiento curativo de la EM, son varios los fármacos que se están utilizando para reducir la duración de los brotes y paliar las complicaciones derivadas, lo que aporta una mejora en la calidad de vida. Otros fármacos empleados en adultos, están en vías de investigación en la EM pediátrica.
Respecto a los tratamientos no farmacológicos, se aconseja un trabajo multidisciplinar ejercido por profesionales (neurólogos, neuropsicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, logopedas, educadores, etc) con el niño/adolescente que padece EM (y sus familiares), que permita un aumento de la funcionalidad.
Desde un enfoque neuropsicológico -y puesto que las alteraciones cognitivas aparecen en 1/3 de los casos de EM pediátrica, estando asociadas a dificultades psicosociales y académicas-, se recomienda la realización de evaluaciones neuropsicológicas regulares que permitan el desarrollo de estrategias de intervención efectivas. En esta línea, es conveniente la estimulación a nivel motor y de las funciones cognitivas, por ejemplo, mediante el juego. En este enlace encontrarás diversas actividades con las que potenciar las habilidades motoras, la atención o la fluidez verbal ¡entre muchos otros!
Referencias Bibliográficas
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