¿Quién elige lo que comemos?
Actualmente, es ampliamente reconocida la relación que existe entre la alimentación y los diferentes estados de ánimo. El apetito tiene culturalmente un sentido que va más allá de la necesidad y del hambre, especialmente en sociedades donde estos aspectos de primera necesidad están cubiertos. ¿Por qué comemos entonces? Desde la primera infancia aprendemos a través del intercambio social, cómo el hecho de vincularnos con otros seres humanos está relacionado con la alimentación y la comida.
Sin embargo, hay determinados estados de ánimo o emociones complejas que influyen en esta sensación de apetito y provocan un aumento o una disminución del deseo o de las ganas de comer. La tristeza, la angustia y, sobre todo, la ansiedad y los estados de estrés prolongados suelen interferir en esta conducta tan propia del ser humano y generar alteraciones del comportamiento alimentario o formas de relacionarnos con la comida que influyen de manera negativa en la vida diaria y tienen un importante impacto sobre la salud y sobre la calidad de vida.
Algunos estudios han mostrado que los adolescentes con obesidad o con sobrepeso son especialmente sensibles a situaciones de estrés social, como puede ser una exposición pública. Este tipo de situaciones tienen un impacto doble: por un lado, a nivel orgánico, con el incremento de los niveles de estrés fisiológico o de cortisol medido normalmente a través de la saliva; y por otro lado, a nivel cognitivo, con el efecto directo sobre dominios cognitivos, especialmente sobre la atención.
Es importante conocer que, como ocurre en otro tipo de comportamientos adictivos, la obesidad y el sobrepeso también son un reflejo de un tipo de comportamiento alimenticio o un modo de relación particular con la comida. Gran parte de la literatura científica reciente ha estudiado la presencia de alteraciones en el circuito de recompensa y en el autocontrol neurobiológico, y la existencia de alteraciones selectivas en algunos componentes de las funciones ejecutivas en adolescentes con sobrepeso.
De la misma forma que en algunas adicciones aparecen estímulos u objetos con un valor motivacional por encima del resto (por ejemplo, alcohol, tabaco, videojuegos...), en la obesidad la comida o el alimento presenta un valor desproporcionado o cumple funciones subjetivas más allá de la necesidad de hambre o del acto social que supone comer. Por ejemplo, el recurso a la comida puede reducir los niveles de ansiedad a corto plazo, evitar la vivencia de determinados estados de ánimo desagradables o utilizarse como forma de hacer frente a las frustraciones que nos encontramos a lo largo de la vida. Además, como hemos comentado en otra entrada, estos alimentos "preferidos" suelen ser alimentos altamente "palatables" y ricos en azúcar con gran potencial adictivo en sí mismos por su efecto reconfortante inmediato.
Finalmente, las intervenciones más efectivas en este tipo de población adolescente con obesidad o sobrepeso son los programas multidisciplinares. Esto muestra la gran complejidad del problema que abarca tanto aspectos fisiológicos, metabólicos o endocrinos, como psicológicos, neuropsicológicos, familiares y de relación social. Uno de los recursos que actualmente se utiliza dentro de los programas de intervención son las técnicas de atención o de mindfulness. El entrenamiento continuado en este tipo de técnicas ayuda a reducir los niveles de ansiedad y a tomar consciencia de la forma de comer y de las emociones que están a la base. Se trata de una herramienta que permite tomar cierta distancia o perspectiva a la hora de tomar las decisiones más convenientes en función de los objetivos o las metas personales deseadas.
Referencias bibliográficas:
Verdejo, A., Moreno, M., García, M. C., López-Torrecillas, F., Delgado, E., Schmidt, J. et al. (2015). Social Stress increase cortisol and hampers attention in adolescents with excess weight. PLoS ONE 10(4): 1-12.
Verdejo, A., Pérez, M., Schmidt, J., Fernández., M.J., Cruz, F., Pérez, M. et al. (2010). Selective alterations within executive functions in adolescents with excess weigth. Obesity, 18, 1572-1578.
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