El aprendizaje y la memoria, como explicamos en una entrada anterior se relacionan entre sí y participan activamente en nuestra vida cotidiana. Continuamente, recibimos una gran cantidad de información e intentamos retenerla. Conforme pasa el tiempo, vamos almacenando vivencias personales y recuerdos, que conforman nuestra identidad. Además, gracias a estos procesos somos capaces de reconocer nuestro alrededor (familia, amigos, objetos, etc.) y de organizar nuestras actividades (examen el día 30, cita con el oftalmólogo en 4 días, etc.). Pero, ¿cómo podemos proporcionar la estimulación adecuada para conseguir un desarrollo máximo de esta función cognitiva?
No hay un plan único a seguir. Por eso, presentamos diferentes estrategias y pautas para fomentar la estimulación de la memoria en niños/as y adolescentes, partiendo de actividades cotidianas.
Prerrequisitos para la memoria
1. Atención: es el paso previo para retener cualquier información de forma consciente. A menudo, estamos en “mindwandering” o divagando mentalmente. Por ejemplo, al estar comiendo pensamos en lo que vamos a hacer esta tarde, o incluso dejamos que los niños visualicen cualquier contenido de un móvil/tablet sin prestar atención a lo que ocurre alrededor, lo que puede dificultar desde un inicio el desarrollo del aprendizaje que podríamos obtener de una actividad concreta. Por tanto, es fundamental un nivel óptimo de atención en nuestra vida diaria (conversaciones, lectura, comida, etc.) como filtro inicial.
2. Organización y planificación: es primordial una estructuración para el desarrollo de la memoria. Habitualmente, vamos aprendiendo por rutinas (hora de comer, antes de acostarse hay que leer, etc.). Si un niño/a se enfrentara cada día a una situación novedosa, no sabría qué esperar constantemente. Entonces, resulta primordial establecer patrones de funcionamiento con horarios, rutinas y lugares específicos para la realización de actividades.
3. Emoción: todo aprendizaje lleva implícito una connotación emocional. Tradicionalmente se dice que esperemos un tiempo (10 segundos) para hablar cuando estamos enojados o con alguien que está cabreado, puesto que la información que emitimos o que recibe la otra persona, no se va a procesar correctamente o va a estar sesgada. Es por eso, que es aconsejable en cierta medida que, para un correcto aprendizaje, estemos en un estado de ánimo neutro o positivo.
Estrategias y técnicas de memoria
Agrupar: consiste en unir en varias unidades una información que es relativamente extensa. Por ejemplo, para recordar un número de teléfono de nueve cifras -958401233- nos resultará más fácil si los números los juntamos en grupos más pequeños: "958-40-12-33".
Asociar: para facilitar la memorización se pueden establecer conexiones entre los conceptos nuevos y los que ya tenemos. Se puede realizar mediante:
Comparaciones: recordamos cierta información cuando se parece o se diferencia de algo que ya conocemos. Por ejemplo, "el cumpleaños de mi amiga es un día después del día de la Constitución" o "la Guerra Civil empezó el año en el que nació mi abuela".
Analogías: establecemos una relación de semejanza entre cosas distintas, buscando parecidos. Por ejemplo, el nombre de un profesor (Pedro) lo relacionamos con el del Presidente del Gobierno (Pedro Sánchez).
Asociaciones ilógicas: tratamos de memorizar cierta información realizando asociaciones sin sentido. En ocasiones, esta información será mejor recordada si se engloba en una historia. Por ejemplo, para recordar las tareas que tenemos que realizar en un día (hacer la cama, esperar a María para ir al colegio, coger el libro de matemáticas y cortarme las uñas): “La cama salió volando, pero María la pudo rescatar aplastándola con un libro de mates gigante que le rompió 4 uñas”.
Clasificar: consiste en identificar y agrupar cierta información mediante categorías. En este sentido, nos encontramos con:
Categorías semánticas: en función de su significado. Por ejemplo, para aprendernos una lista de la compra.
Categorías fonológicas: en función de la inicial de las palabras. Por ejemplo, para aprendernos una fórmula matemática.
Categorías viso-espaciales: en función de dónde se sitúen. Por ejemplo, para organizar la compra en función del recorrido del supermercado.
Repasar y/o repetir: consiste en revisar aquella información que tenemos almacenada, haciendo hincapié en evitar el olvido.
Visualizar: consiste en codificar y almacenar la información mediante imágenes. Esto hace que, al evocar las imágenes, recuperemos esa información de forma más sencilla.
Referencias Bibliográficas:
Enseñat, A., Roig, T., y García, A. (2015). Neuropsicología pediátrica. Madrid: Síntesis.
Marina, J. A. (2011). El cerebro infantil: la gran oportunidad. Barcelona: Ariel.
Paz, S. (2014). Técnicas para mejorar la memoria. Madrid: Libsa.
Puig, A. (2007). Ejercicios para mejorar la memoria. Madrid: CCS.
Sebastián, L. (2008). Consigue una excelente memoria: Trucos y técnicas para todas las edades. Editorial: CCS.