Percibir algo nos resulta cotidiano, constantemente observamos lo que tenemos a nuestro alrededor, estimamos la distancia a un objeto, esquivamos obstáculos al andar, elegimos el color de la ropa, etc. La percepción es un proceso que nos permite llevar a cabo multitud de tareas, ya que recoge la información de todos nuestros sentidos, la procesa, y elabora una representación que nos permitirá evaluar el entorno (para saber más haga click aquí). De esta forma, se puede diferenciar la percepción visual, auditiva, espacial, sensorial u olfativa entre otras. Su complejidad le lleva a estar muy distribuida por todo el cerebro, y tener conexiones con múltiples redes. Pero os preguntaréis… ¿qué relación hay entre la percepción y lo social?
Al igual que la percepción se considera un proceso obvio para crear una imagen del entorno en nuestro cerebro, también la utilizamos para analizar los estímulos sociales. De manera cotidiana, identificamos los gestos de una persona al hablar, evaluamos su tono de voz o su expresión facial y lo integramos para comprender un poco mejor la situación. La responsable de esto es la percepción social, que nos permitirá identificar los roles, las normas y los contextos sociales, al igual que formar una representación de nosotros mismos y los demás a nivel social.
La percepción social se incluye dentro de la cognición social (para más información haga clíck aquí), al tratarse de un proceso muy importante para el desarrollo de nuestra conducta social. Aparece en los primeros meses de vida y a medida que crecemos se va perfilando. Su función junto a la del resto de componentes de la cognición social nos ayudará a comprender el comportamiento social de los demás y a elaborar y guiar el nuestro. Para ello, la percepción social implica:
Análisis de la conducta no verbal: cuando nos encontramos dentro de una interacción social nos fijamos en el aspecto físico de la persona, en su expresión facial, en su mirada, su postura, la forma en la que se mueve, la distancia que mantiene con nosotros, etc. En general, analizamos el intercambio dinámico que se produce sin palabras.
Formación de impresiones: en este caso, integramos toda la información que sabemos sobre la persona y nos creamos una impresión global de ella. Por ejemplo: cuando nos dicen que va a entrar un compañero nuevo al equipo y no lo conocemos, todos deseamos saber cómo es y preguntamos a quién si lo conoce, lo que nos lleva a formarnos una imagen inicial de esa persona.
La percepción social se encuentra estrechamente relacionada con otros procesos cerebrales como son la comprensión verbal, la velocidad de procesamiento y la atención, entre otros. Estos procesos se influencian mutuamente, por lo que una buena percepción social nos puede ayudar a mejorar en el resto de los dominios y viceversa. Por este motivo trabajarla nos aportará beneficios a nivel global. Y os preguntaréis ¿cómo hacerlo? Para ello podemos analizar la percepción social de los protagonistas de cuentos o películas (identificando las 2 fases descritas anteriormente) o, para trabajarlo en grupo, podemos interpretar algunas situaciones sociales y que otros descompongan los elementos de la percepción social que observen.
Referencias Bibliográficas:
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Sánchez-Cubillo, I., Ustárroz, J. T., & Adrover-Roig, D. (2012). Neuropsicología de la cognición social y la autoconciencia. 43.