Hoy día, Tempo Cognitivo Lento (TCL), es un término descriptivo no formalizado que se usa para identificar a lo que parece ser un subgrupo de pacientes dentro del TDAH subtipo inatento el cual, según la clasificación del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), se caracteriza por la marcada presencia de signos de inatención en ausencia de impulsividad y/o hiperactividad. No obstante, algunas de las manifestaciones que niños y niñas enmarcados dentro de esta entidad presentan, son cualitativamente distintas al TDAH subtipo inatento. Es por ello por lo que aún existen dudas a la hora de afirmar que este constructo es una entidad perteneciente al TDAH o si, por el contrario, se trata de una categoría diagnóstica distinta.
Perfil neuropsicológico
Sea como sea, los niños/as etiquetados con este trastorno presentan unas características peculiares que les diferencian del TDAH clásico. Suelen estar muy abstraídos, perdidos y ensimismados en sus pensamientos e incluso parecen estar “soñando despiertos”, como si estuvieran “en las nubes”. Sus estados de alerta y orientación son irregulares por lo que presentan una ensoñación excesiva y tienden a estar poco activos. De hecho, un signo conductual clave del TCL es que parece que tengan falta de iniciativa, motivación y energía para llevar a cabo las tareas y obligaciones comunes de la vida diaria, por lo que una actividad sencilla puede convertirse en todo un reto para ellos.
A nivel cognitivo, en el TCL las manifestaciones clínicas más evidentes serían los problemas de atención y la lentitud en la velocidad de procesamiento (si quieres saber más sobre estas funciones cognitivas haz click aquí). En este caso, el déficit de atención es distinto al que se observa en el TDAH, habiendo sido relacionado con problemas de entrada y filtración de información sensorial, más que un problema inhibitorio o de hiperactividad. En concreto, los déficits atencionales estarían relacionados con problemas de atención selectiva, con dificultad para ignorar distractores internos, y un peor control de la atención sostenida. Les cuesta entrar en la tarea por lo que su tiempo de atención es más corto. Además, como su propio nombre indica, los niños/as y adolescentes con TCL tienden a ser más lentos, tanto en el pensamiento y en el procesamiento de la información, como a nivel conductual, mostrando una velocidad de reacción y movimiento enlentecida que hace que sean más torpes y les cueste adaptarse al cambio rápidamente.
Suelen presentar mayores dificultades en habilidades verbales y en memoria a largo plazo, pero mejor capacidad en habilidades visoespaciales. Su procesamiento del pensamiento es desorganizado. Para ellos, supone un gran esfuerzo todo aquello que requiera un razonamiento abstracto o un procesamiento complejo del uso social del lenguaje (pragmática), por lo que les cuesta comprender chistes, ironías, dobles sentidos, etc. Asimismo, pueden presentar déficits en funciones ejecutivas como memoria de trabajo y monitorización, que les dificultan el mantenimiento y actualización de la información que reciben (pueden perder el hilo de conversaciones, películas, lecturas largas, etc.). Otras funciones ejecutivas que pueden estar comprometidas son la organización (tienen propensión a perder objetos fácilmente y no gestionan adecuadamente el tiempo), la planificación y la resolución de problemas (muestran dificultades en la resolución de tareas paso a paso).
En la vida diaria, aparentemente son tímidos, pasivos, desmotivados e incluso apáticos. Son frecuentes en ellos síntomas y conductas internalizantes (depresión, ansiedad, rumiación y retraimiento social), así como los problemas de autorregulación emocional, por lo que su estado de ánimo puede ser cambiante. Sus habilidades sociales son pobres y parecen no tener interés por relacionarse, posiblemente porque les cuesta captar señales sociales sutiles y se sienten abrumados con la cantidad de información (conversación, lenguaje no verbal, contexto, intenciones…) que tienen que asimilar para lograr una interacción social eficiente, lo que hace que tiendan a evitar situaciones sociales y se aíslen de sus iguales.
En el ámbito educativo, suelen tener un bajo rendimiento académico en general, no porque la capacidad intelectual y de aprendizaje estén comprometidas, sino porque su forma de aprender y procesar es más lenta. Además, tienen dificultad para terminar tareas con límite de tiempo, por lo que en el contexto escolar pueden necesitar una mayor cantidad de tiempo para adquirir conocimientos y realizar tareas o exámenes. En particular, los últimos estudios han asociado el TCL con problemas para organizar y completar los deberes, o peores habilidades de estudio, así como un bajo rendimiento en el aprendizaje de matemáticas (dificultades de cálculo y problemas aritméticos), lectura y escritura (pueden tardar más en adquirir estos procesos). El ensimismamiento y ensoñamiento repercuten en su capacidad para atender y seguir las clases, haciendo que se pierdan con facilidad, y su falta de iniciativa hace que no pregunten cuando no saben algo. En este sentido, son conscientes de que les cuesta más que al resto lo que puede generarles malestar emocional.
Intervención
Los niños/as y adolescentes con TCL pueden pasar desapercibidos ya que suelen ser considerados simplemente como niños “ausentes”, “despistados” o “poco activos”. Sin embargo, resulta esencial detectar este trastorno de forma precoz, ya que puede tener repercusiones significativas en diferentes contextos, especialmente en el ámbito educativo y social. Por ello, es conveniente llevar a cabo una evaluación neuropsicológica completa que permita un diagnostico diferencial con otros trastornos con los que comparte manifestaciones clínicas comunes (TDAH subtipo inatento, DAMP, trastornos específicos del aprendizaje...). En ese sentido, es fundamental el conocimiento del TCL por parte de familiares y los profesionales educativos, que serán los que mejor perciban sus manifestaciones en el día a día y, por tanto, hagan posible su correcta detección.
En cuanto a la intervención, al compartir características con el TDAH, los niños con TCL son diagnosticados y tratados como pacientes con TDAH subtipo inatento, por lo que, en gran medida, la intervención se basa en el tratamiento farmacológico con estimulantes. Sin embargo, se ha observado que el metilfenidato genera pobre respuesta en estos niños/as, lo que nuevamente resalta la importancia del diagnóstico diferencial y de la planificación de un abordaje específico que permita actuar tanto en los déficits cognitivos, como en los aspectos conductuales, emocionales y sociales derivados. Asimismo, en el contexto escolar, en muchas ocasiones serán convenientes las adaptaciones curriculares que permitan un mejor ajuste a las exigencias académicas, como sería dotarles de mayor tiempo en la ejecución de tareas y exámenes, o ayudarles a organizarse o facilitarles apoyos en tareas poco estructuradas.
Referencias
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