La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos crónicos más frecuentes que puede afectar a cualquier grupo de edad, siendo la etapa infantil, un periodo muy vulnerable a presentar crisis epilépticas por existir durante la infancia una mayor tendencia a la excitabilidad neuronal.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de crisis epiléptica? Se trata de un episodio autolimitado, y se define como una “aparición transitoria de signos y/o síntomas debido a una actividad neuronal excesiva o sincrónica en el cerebro”. Esto se traduce en la aparición de forma brusca de diferentes síntomas en función del área del córtex cerebral implicado en la descarga, por ejemplo, se producirán síntomas motores cuando se afecten por ejemplo áreas frontales, sensitivos si la descarga compromete a regiones parietales o temporales, visuales si afecta zonas occipitales, psíquicas o emocionales cuando participan estructuras temporales mesiales, etc.
Pero ¡ojo!, una convulsión o crisis epiléptica no significa necesariamente que una persona tenga epilepsia, a menos que se cumplan los criterios para el diagnóstico de epilepsia. Una crisis epiléptica expresa una disfunción brusca de la actividad cerebral y puede deberse a múltiples causas. Es muy importante diferenciar si esta crisis está siendo provocada por una agresión aguda del SNC (infección, infarto, trauma, hemorragia, etc.) o proceso sistémico (trastorno metabólico, tóxico, ingesta o deprivación de alcohol y drogas), que no serían por lo tanto crisis secundarias a una epilepsia sino una crisis provocada o aguda sintomática. La aparición de crisis aisladas, vinculadas a lesiones agudas cerebrales o sistémicas no implica necesariamente la existencia de una epilepsia.
La epilepsia consiste por lo tanto en la repetición de crisis epilépticas no provocadas, sin una causa aguda responsable.
Tipos de epilepsia.
A lo largo de la historia se han hecho múltiples intentos de clasificar los tipos de crisis según localización del evento, síntomas clínicos, etc. En la última clasificación por la ILAE (“Liga Internacional contra la Epilepsia”) en 2017 diferencia en tres grandes tipos de crisis epiléptica:
Crisis focales: donde la descarga se conceptualiza originada dentro de redes limitadas a un hemisferio. Estas pueden tener afectación o no de la conciencia
Crisis generalizadas: se origina en algún punto dentro de redes distribuidas bilateralmente y que se involucran rápidamente siendo la propagación de la descarga tan rápida que provocan la pérdida de conocimiento.
Crisis de origen desconocido: hay convulsiones que no se saben su inicio y se clasifican como de inicio desconocido
En función de cómo sea la clínica de las crisis (semiología) estas crisis podrán ser motoras ó no motoras, y subclasificar cada una de ellas en el tipo de síntoma predominanten. Esto recibe el nombre de clasificación semiológica (para más información véase la siguiente imagen).
De inicio motor: tónicas, atónicas, mioclónicas, miclono-atónicas, tónico-clonicas y espasmos
De inicio no motor: sensorial, cognitivo, autonómico, emocional, arresto de comportamiento.
¿Cómo se diagnostica la epilepsia?
El diagnostico de epilepsia se establece fundamentalmente a través de una historia clínica minuciosa. Dado que generalmente el médico no puede observar las crisis epilépticas tiene que basarse en la descripción realizada por el paciente y los testigos, siendo en este aspecto de gran utilidad videos realizados por los familiares.
Además de la historia clínica, y de la exploración física y neurológica, se realizan algunas pruebas complementarias como análisis de sangre, electroencefalograma, pruebas de imagen como resonancia magnética craneal, o incluso test genéticos. Sin embargo, en muchos casos las pruebas complementarias son normales, y su diagnóstico se basará fundamentalmente en la clínica.
Un buen diagnóstico nos permitirá hacer una clasificación etiológica de la Epilepsia (es decir su causa subyacente) ó poder catalogarla de síndrome epiléptico. Dichos síndromes tienen una edad típica de aparición de las convulsiones, tipos de convulsiones específicas y características comunes en el EEG y generalmente, otras características que, en conjunto, permiten el diagnóstico. La identificación de una causa etiológica o de un síndrome de epilepsia es útil, ya que proporciona información sobre qué medicamentos anticonvulsivos podrían ser más útiles y sobre pronóstico a largo plazo de la epilepsia que padece el paciente.
Tratamiento de la epilepsia.
Los fármacos antiepilépticos (FAE) son el pilar terapéutico de la epilepsia, pero no consiguen el control de todas las epilepsias. El tratamiento con FAE de largo plazo se debe iniciar cuando el riesgo de recurrencia de las crisis es >60% y la elección del FAE, su dosis inicial, su escalada en el tiempo debe ser individualizada de acuerdo al síndrome electroclínico, la edad, el sexo y las comorbilidades del paciente.
La monoterapia es la mejor opción terapeútica, aproximadamente la mitad de los pacientes con epilepsia controlan sus crisis con dosis bajas de un solo fármaco aunque a veces es difícil conseguirlo y el paciente requiere biterapia o terapias no farmacológicas como dieta cetogénica, estimulación del nervio vago o cirugía de la epilepsia.
Bibliografía recomendada:
Videos recuperados de la página oficial de la Ilae: https://www.epilepsydiagnosis.org/epilepsy
Guia SADE 2020 de práctic clínica: Diagnóstico y tratamiento de la epilepsia http://epilepsia.sen.es/wp-content/uploads/2020/06/Recomendaciones-Epilepsia-SEN-2019.pdf
Recursos online para pacientes: https://vivirconepilepsia.es/
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