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Autonomía, recomendaciones para su desarrollo en niños y adolescentes.

Actualizado: 8 jun 2020

Se considera a una persona autónoma como aquella que tiene la capacidad de escoger y de decidir por sí misma. Para lograr tal autonomía, el individuo debe ser capaz de controlar y coordinar, de forma consciente, sus pensamientos, acciones y emociones. (Bruna, Roig, Puyuelo, Junqué, & Ruano, 2011).


El comienzo de la autonomía puede situarse en torno a la primera infancia, iniciando al niño en pequeñas tareas domésticas, como guardar sus juguetes, que pueden ir incrementando en cantidad y complejidad conforme avanza su crecimiento y desarrollo cognitivo. En la siguiente imagen, basada en la tabla Montessori de tareas domésticas para niños, se muestran ejemplos de algunas labores de casa o actividades que se pueden ir incorporando en función de la edad.

Lograr incorporar estas obligaciones en su rutina no siempre es fácil, muchas madres y padres comparten con nosotras que para conseguir que sus hijos realicen sus tareas o hagan los deberes tienen que estar siempre detrás de ellos, insistiendoles continuamente para que las realicen y que, en muchas ocasiones, terminan siendo ellos los que las hacen en su lugar para no perder tiempo o simplemente porque están agotados. La clave es darles la oportunidad de hacerlo, hacerlos partícipes, ponérselo fácil para que puedan colaborar y adquirir estos nuevos hábitos.


Por este motivo, proponemos las siguientes recomendaciones para facilitar el desarrollo de la autonomía y que se cumplan estos objetivos, que serán desarrolladas con ejemplos a continuación de la imagen.

  1. Establecer metas bien definidas y estructuradas, en las que quede claro lo que tienen que hacer. Por ejemplo en lugar de “recoge tu cuarto” mejor decir “ordena los juguetes que están encima de la mesa”.

  2. Dividir la tarea en objetivos paso a paso e ir presentándolos de uno en uno de la manera más simple y clara posible. Si la tarea es poner la lavadora los pasos podrían ser: 1º recoger la ropa sucia, 2º separar las prendas blancas y las de color, 3º echar detergente, 4º echar suavizante, 5º elegir el programa de lavado y 6º darle al botón para empezar.

  3. Si es necesario, hacer uso de ayudas externas que permitan completar los pasos para llevar a cabo la tarea. Cuando aun no han aprendido una tarea se pueden utilizar guiones o pictogramas que recuerden todos los pasos necesarios a seguir para completarla. También se puede pedir alguien mayor, por ejemplo un hermano o hermana, que haga de ejemplo o de guía.

  4. Elaborar horarios que ayuden a organizar el tiempo. Este punto puede apoyarse con agendas, cronogramas o listas de tareas que permitan planificar las actividades diarias y supervisar si se han cumplido o no.

  5. Cuando la tarea esté bien aprendida, se pueden establecer tiempos límite para su realización, utilizando un cronómetro de manera lúdica, como si se tratara de una competición o de batir un record. Por ejemplo, para que no se demoren a la hora de vestirse para ir al colegio se puede poner un temporizador de 5 minutos o se puede proponer una competición con sus hermanos/as para ver quién termina de vestirse antes.

  6. Si en las primeras veces en las que se enfrentan a una tarea encuentran dificultades, eliminar los pasos que no sean imprescindibles. Conforme vaya adquiriendo los objetivos básicos terminar por implementar el resto. Si están aprendiendo a lavarse los dientes, se puede empezar con echar la pasta, cepillar los dientes y enjuagar. Más adelante, se puede incorporar usar hilo dental o enjuague bucal.

 

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