Las emociones son diferentes estados que están presentes, y que experimentamos, en todos los ámbitos de nuestra vida, por tanto, intentar reprimirlas es tarea imposible y agotadora.
En cambio, desarrollar una buena inteligencia emocional, nos permitirá tener herramientas efectivas para reconocer nuestras emociones, gestionarlas y comunicarlas de manera asertiva, porque las emociones, no solo tienen la función de adaptarse a las condiciones ambientales, también potencian y dirigen nuestra conducta, comunicación ¡y memoria!, ya que cuando algo se instala en nuestro almacén de recuerdos no solo lo hace la información en sí misma, sino también las emociones que la acompañaron en ese momento.
¿Pensáis que se toman mejores decisiones cuándo se anula la parte emocional? La respuesta es no, según el neurólogo Antonio Damasio, quien argumenta que es un error creer que sólo pensamos con la mente, ya que nuestro cuerpo y emociones, en forma de marcadores somáticos (huellas basadas en nuestra experiencia), también son claves en nuestra toma de decisiones y nos guían a mejores resultados.
Saber distinguir entre nuestras distintas emociones, aprender a expresarlas y gestionarlas nos ayudarán a conocernos mejor, saber que necesitamos darnos a nosotros mismos y a los demás, entender qué nos hace sentir mal, tener un mejor autoconcepto, autoestima y un largo etcétera. En este sentido, la infancia es una etapa en la que la emoción que sobreviene, a veces, carece de palabras y recursos simbólicos que ayuden a procesarla y la figura del adulto es esencial para acompañarle en ese camino.
Recomendaciones para la comunicación afectiva con niños y niñas
A continuación, os traemos unos consejos para mejorar la comunicación y expresión emocional, así como para ayudar a que el niño/a sienta que puede compartir aquello que le inquieta:
Respeta siempre su intimidad y no le obligues a que te cuente cosas que no quiere hacerlo por sí mismo, hazle entender que cuando esté preparado puede contar con tu escucha.
No minimices o sanciones aquello que siente, dale la misma importancia que le da el/ella.
Respeta su confianza y no le cuentes a alguien más lo sucedido sin su consentimiento
No le presiones para que haga lo que tú piensas que debe hacer y razonad juntos la mejor solución.
Asegúrate de que ha acabado de hablar antes de contestar tú y de si lo has entendido todo bien.
Los adultos no tienen siempre las respuestas, ante una pregunta que no sepamos responder es mejor pedirle que nos dé tiempo para pensarla que decir algo de lo que luego no estemos seguros y podamos confundirle.
Admite si cometiste un error y muéstrate dispuesto a recapacitar.
Compartir experiencias, intereses del día a día con ellos, así como nuestros sentimientos, no solo ayudará a su desarrollo y comprensión social, si no a favorecer que puedan expresarse y a mejorar la escucha activa.
Pedir su opinión, en la medida de lo posible y con un lenguaje adaptado a su comprensión, para cuestiones que afecte a la familia o a ellos, les harán sentir que su punto de vista es importante para ti, aunque la decisión final la tomes tú.
Razonar con ellos mediante preguntas “¿Cómo te sentiste en ese momento? ¿Cómo crees que se sintió la otra persona? ¿Cómo te hubiera gustado actuar?”
Dinos en comentarios que te han parecido estos consejos y qué otros recomendarías. Porque junt@s aprendemos más y mejor, ¿nos acompañas? 🚀