Las emociones forman parte de nuestro día a día, constantemente van a influir en la valoración que hacemos de las situaciones, en cómo nos mostramos a los demás o en nuestra conducta social. En definitiva, nos servimos de ellas para expresar lo que sentimos. Sin embargo, tan importante es la expresión como su percepción, es decir, reconocer esas emociones de manera adecuada. Para ello la percepción de las claves sociales se convierte en algo indispensable. Esta incluye:
Detección e interpretación del movimiento biológico: que hace referencia a la forma en la que movemos nuestro cuerpo. Permite la comprensión de la comunicación no verbal.
Dirección de la vista del otro: la mirada del otro nos orientará para conocer sus intenciones.
Reconocimiento de las expresiones emocionales en el rostro
Prosodia en la voz: nuestro estado de ánimo puede determinar también el tono en el que hablamos. Por ejemplo, cuando estamos tristes solemos hablar más despacio e incluso con un tono de voz más bajo; mientras que cuando estamos contentos lo hacemos mucho más rápido y con más énfasis.
La percepción de claves sociales empieza a desarrollarse desde los primeros años de vida, de hecho, los bebes tienden a fijarse tanto en los movimientos como en la dirección de la mirada de los adultos. En cuanto al reconocimiento de emociones podemos diferenciar tres fases en su desarrollo que comienzan en torno a los 3 años y continúan durante la vida:
Comprender las causas y la expresión visible de las emociones.
Asociar las emociones a los estados internos.
Entender que se pueden sentir varias emociones al mismo tiempo y que se pueden regular.
Aunque parezca una tarea fácil, el reconocimiento de emociones conlleva la activación de múltiples circuitos cerebrales que interactúan entre sí, para que podamos percibir y distinguir entre las diferentes emociones. Un buen reconocimiento de emociones nos permitirá percibir, identificar y gestionar la información emocional además de adaptar nuestra conducta al entorno, comprender a los demás, empatizar con ellos, etc.
Todos estos procesos en su conjunto van a dar lugar a otras funciones más complejas relacionadas también con la cognición social, como son comprender las intenciones de los demás y la atribución de los estados mentales.
Al tratarse de procesos que vamos adquiriendo a través del medio en el que nos relacionamos, se pueden potenciar introduciendo tareas que impliquen el reconocimiento emocional. Algunas de ellas pueden ser el análisis de las emociones de los personajes de cuentos o películas, o incluso también podemos analizar situaciones que ocurren en casa. Por ejemplo, si ha habido una disputa, podremos describir lo que ha sentido cada uno, qué expresión facial tenía en ese momento, la causa de esa emoción o incluso cómo hablaba (el tono de voz, las palabras utilizadas…).
También existen otros recursos que nos permiten potenciar este proceso, como son juegos de identificación de emociones mediante dibujos o situaciones descritas. Pinchando aquí podréis acceder a unos cuantos juegos que ayudaran a los más pequeños a estimular el reconocimiento de emociones.
Recurso web:
Referencias bibliográficas:
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Sánchez-Cubillo, I., Ustárroz, J. T., y Adrover-Roig, D. (2012). Neuropsicología de la cognición social y la autoconciencia. 43.
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